sábado, 14 de mayo de 2022

Hoy mismo (un poema demasiado largo)

Hoy mismo (un poema demasiado largo)







Hoy mismo.
En el día tercero de la semana cuarta,
el onceno mes del año dos mil trece D.C.,
17 horas después de la medianoche,
La Real Academia Española
anuncia en Twitter, que ha ganado
el Premio Cervantes la señora:
Elena Poniatowska.
Claro que no agrega, como informa Wikipedia
y reconoce la autora en entrevista con Cala
(CNN en español, para que aprendan los siervos
quien manda y quien obedece),
que la oculta identidad de la mexicana,
cortesana de sus Reyes y eminencias es:
Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor,
hija del príncipe Jean Joseph Evremond Sperry Poniatowski,
descendiente de la familia del rey Estanislao II Poniatowski de Polonia—
y de María de los Dolores (Paula) Amor de Yturbe.
Hoy mismo,
después de saber que la premiara
un país que amo con locura,
que me diera la lengua de mi afiebrada infancia,
un país
tan obsecuente y masónico,
reverencial a las alcurnias,
tan mediocre en su intelectualidad aburguesada,
con pretensión republicana,
pero colonialista, al fin y al cabo,
un magnífico país de paisajes soñados,
discriminante y terco,
con dogmas insensatos,
repleto de personas buenas,
altivas aunque nobles,
un país primordial,
enamorado de Argentina, mi país,
un país
que es más nuestro que el dulce de leche,
un país
al que llamamos Madre Patria,
y que nos duele ver arrodillado a otra monarquía
cuya reina se cree la Reina Isabel,
y es la Jefa de su Iglesia,
mientras su ardiente hijo quiere ser el tampón de su amada,
demostrando su lado más erótico,
de fe pasional y romanticona,
el príncipe que ansía abdicar de variables y derivadas
para vivir en armoniosa compañía
con su eterna Camila,
con sus hijos que son hijos de Diana,
la cazadora,
y sus hermosos nietos,
montando animales pura sangre,
en un grupito de islas rodeadas de continentes,
con clases sociales conspicuas y tiránicas
semejantes a castas hindúes dominantes;
como les decía,
hoy mismo,
merced a esa feliz casualidad de la vida,
descubrí que la libertad
no es potencia de pobres amañados,
ni de cultos con silla numerada
en las aristocracias plebeyas.
La libertad se llama: “No me importa”.
Leeré lo que me gusta.
Haré lo que me plazca.
Escribiré a mi modo.
La libertad se estira con la risa
que señala a los tontos del sistema
con orejas de burro
de otro “burro peruano en el Perú”
La libertad no calla ni murmura.
Se da el lujo de ser privilegiada,
por pertenecer a una estirpe de cruz roja,
con blasón de paz en los corazones;
y entiende bien por qué adulaba a Elenita
tanto necio que impone su criterio,
para bien de los consumidores
y beneficio rentable de sus negocios empresariales.
Hoy mismo,
está a la vista,
he renacido con palabras.
El mundo se refleja en mi ventana.
Las nubes blancas se agitan revolucionarias,
como si estuviera a punto de llover
y, sin embargo, sale el sol con nuevos bríos,
para tostar la piel de los enemigos de Palacio.
Los Borbones me adoran.
Merci beaucoup.
Los rabinos apuestan a mi favor y en contra,
festejando cualquiera sea el resultado de la taba.
El Vaticano tiembla.
Las sectas y las mafias están sudando tinta
en legajos amortizados y expedientes secretos.
Francisco es argentino y jesuita.
O lo que es igual de opuesto por el vértice.
La máquina de Dios desacelera:
Quien quiera podrá ser, hoy mismo,
dueño del Futuro en el Pasado.








Avellaneda, 19-11-2013

 

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