El sillón del terapeuta
Esto es como el sillón del terapeuta.
Uno puede contar todo y desfogarse,
o contar hasta diez y atorarse,
embadurnarse
en la púrpura noche de unos ojos grises,
que empuñan y arroban dorados matices.
La irónica risa de los improperios,
sepultan a ciegas, cualquier cementerio.
La gloria se encierra, en colmena, mi afán
envuelve la prosa en papel celofán.
Las rosas, las risas, las rusas y razas
Me erizan y abrasan.
Y rezan.
En trizas me enrizan, me rozan, me arrasan,
cuando tú te es-fumas diecinueve habanos
suena un son cubano.
Las musas que cantan canciones de singles,
crisálidas pálidas de San Barbazul
nos hacen cosquillas como tantos jingles
aunque sean cálidas con el son so cool.
Los vasos que abusan de besos obtusos,
son agudos llanos de los equiláteros,
triángulos planos de un montón de usos,
para dos amantes en el cuadrilátero.
(de Box)
A Voz en vos.
-Se acabaron los 50 minutos.
-¿Cuánto le debo?
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